martes, 20 de marzo de 2018

El interminable debate sobre la jornada escolar. Esta vez toca Aínsa (Huesca).


El interminable debate sobre la jornada escolar.
Esta vez toca Aínsa (Huesca).

            El pasado 16 de marzo fui invitado por una plataforma ciudadana de la comarca de Sobrarbe para hablar, junto con otros tres ponentes, sobre la jornada escolar. En esta zona, la cuestión de la jornada cuenta, como mínimo, con dos peculiaridades. La primera es que el Instituto de Educación Secundaria (IES) de Aínsa es de los pocos de Aragón que cuenta con jornada partida y desea (al parecer, fervientemente, como se verá a continuación) pasar a la jornada continua. La segunda se refiere al hecho de que la mayor parte del alumnado (tanto el de los colegios de Educación Infantil y Primaria como el del IES) ha de llegar a sus centros recurriendo al transporte escolar. Dado que este transporte es peculiarmente costoso, los horarios de entrada y salida de los centros de Infantil y Primaria y de los de Secundaria coinciden.[1]

            Pasar a la jornada continua implica empezar las clases a las nueve de la mañana en lugar de hacerlo, como hasta ahora, a las diez. Esto plantea dos graves problemas. El primero es que entrar a las nueve supondría para algunos alumnos tener que levantarse a horas muy tempranas (varios de los trayectos consumen más de una hora y cuarto) con las consiguientes consecuencias de adormecimiento (en Galicia el paso a la jornada continua también acarreó entrar a las nueve en lugar de a las diez y se detectó que el alumnado simplemente dormía menos –lo cito en el PowerPoint que utilicé en mi presentación: goo.gl/j4t7zf-)

El segundo problema es el derivado de que en esta comarca el frío invernal es particularmente intenso. Para que las carreteras estén transitables hay que esperar a que hayan pasado el quitanieves y/o el camión que esparce sal. Si se quisiera adelantar el horario de entrada, habría que modificar también el de estos servicios. En su propuesta de modificación de jornada, el IES de Aínsa es consciente de esta dificultad y para solventarla aduce esta sorprendente explicación:[2]

Como desventajas de la continua en nuestro caso se encuentra la cuestión de hielo en alguna carretera si bien se nos informa de que son pocos puntos. Pensamos que se puede solucionar aunque no sea del todo fácil y no esté en nuestras manos.

            La propuesta no tiene desperdicio: son pocos los lugares problemáticos –no se cuantifica ese “pocos”-, para el profesorado el problema se puede solucionar aunque “no esté en nuestras manos” (se entiende que la solución). Se viene a decir: cámbiese la jornada y si no se solucionan los problemas, nosotros nos lavamos las manos (porque nos parece fácil su solución). Uno de los intervinientes de la mesa en la que participé es el alcalde de Bielsa y, además, conductor de un autobús escolar. Este regidor aportó el dato, nada baladí, de que en lo que llevamos de curso su autobús no habría podido llegar a las nueve al centro escolar en trece ocasiones. Pese a datos como este, el IES no se arredra  y en su web dice lo siguiente:

De cualquier manera, hemos de ser conscientes de que, en el caso de que hubiese muchos problemas, los habría de igual forma a las 8 h de la mañana que a las 9 h

            Pero, lamentablemente, y como cualquier conductor lo podría comprobar, los problemas son más graves a las ocho que a las nueve.

            Entrar más pronto implica salir más tarde. Pero esto tampoco es un inconveniente para los autores de la información del IES.

La hora de llegada a casa de los lugares alejados sería las 15:45h. Quizá sea un poco tarde para comer aunque no es descabellado como muestra el mapa educativo español actual. Esto se podría paliar con un bocadillo en cada recreo que pocos en el instituto comen actualmente.

Tengo la impresión de que los dietistas no compartirían esta idea de almorzar casi a las cuatro de la tarde. Pero, ¿no era una de las pretensiones del cambio de jornada asimilar nuestro horario al habitual de Europa? Por otro lado, la propuesta de dos bocadillos matinales parece pensada para satisfacer los sueños de Carpanta.

            Como en todos los numerosos debates sobre este tema a los que he sido invitado como ponente, la música es siempre la misma. Afloran una y otra vez los particularismos: yo prefiero la jornada continua porque me viene bien, no quiero que mi hijo se quede en el comedor, he renunciado a mi empleo para pasar más tiempo con mis hijos, los que quieren la partida desean tener fuera de su casa el mayor tiempo posible a sus retoños, los datos de los estudios sobre el tema son falsos, etc. De nada sirve apelar a que en un debate democrático –como el que estoy reseñando- debería buscarse el bien común (que incluso podría ser la propuesta de que cada familia indicara en el formulario de matriculación su preferencia por una u otra jornada, tal y como explico en el PowerPoint más arriba citado). Lo que sucede en estos encuentros es similar a lo que se vive en la mayoría de las juntas de propietarios: cada cual vela por sus intereses. Sin embargo, aquí estamos en la escuela, institución que, supuestamente, debería fomentar los hábitos democráticos.

            El IES de Aínsa ha puesto especial empeño en pasar a la jornada continua. En su web ha publicado información sobre este tema, la cual paso a comentar. En ella se indica que “todos los datos ofrecidos aquí son oficiales o están extraídos de estudios contrastados”. Sin duda, algún dato oficial se ofrece. Estos, y otros similares, podrían ser los que esta información englobaría en el epígrafe de datos oficiales:

Los institutos de Secundaria de toda España tienen jornada continua con escasas excepciones. Entre ellas están los centros de Cataluña (que van solo algunas tardes) y tres centros en Aragón: Cantavieja (Teruel) con 48 alumnos, Castejón de Sos (Huesca) con 85 y Aínsa con 298.

            Sin embargo, no se cita ni un solo estudio contrastado (por lo demás, lo habitual en este debate) ni siquiera cuando más fácil sería. Así, se menciona un estudio o informe de la Comunidad Valencia pero no se indica de dónde procede el dato. Esto es lo que se dice:

En la jornada continua disminuyen las situaciones conflictivas y el absentismo escolar, como se ha podido constatar en la Comunidad Valenciana, por ejemplo. La mayoría de los problemas de disciplina suceden en el comedor y por la tarde.

            Y, para no olvidar los tópicos, volvemos a la carpetovetónica siesta de pijama y orinal:

El rendimiento es menor después de comer durante unas dos horas.
           
En el afán por justificar las bondades de la jornada continua, no se tiene el menor empacho en decir barrabasadas como la siguiente:

En la jornada partida el alumnado (especialmente el transportado y los que comen aquí) pasa 7 horas, más desplazamientos, dentro del recinto. En la continua pasa 5:45 horas, con lo que pasan menos tiempo en el instituto y el cansancio es menor.

            Nos enteramos de que al pasar menos tiempo en el centro, el cansancio es menor. De seguir esta lógica, podríamos reducir la presencia en el IES a algo meramente testimonial o, mejor aún, promocionar la enseñanza online. Y, si abandonamos por un momento el ámbito de la escuela, en los partidos de fútbol mejor prescindimos del descanso de quince minutos para que disminuya el cansancio. Es sorprendente que nadie hasta ahora, salvo los autores de este texto (no se olvide: profesores de nuestros adolescentes), hubiese caído en este detalle. Más adelante, en este mismo escrito, y por si no hubiera quedado claro, se vuelve sobre esta cuestión:

… la jornada continua permitiría al alumnado reducir el cansancio general al pasar menos tiempo en el instituto.

            De acuerdo con la web de este IES, la sugerencia del cambio de jornada responde a las “inquietudes expresadas por el alumnado reiteradamente”, hasta el punto de que “la propuesta se realiza a petición del alumnado y por iniciativa del Equipo Directivo del Instituto” (sic). No queda claro si el primum movens es el equipo directivo, el cual habría dado a conocer al alumnado la posibilidad del cambio de jornada.

            Es tal la confianza que desde el equipo directivo se tiene en el alumnado, que en el texto se ruega (verbo especialmente enfático), en negrita, lo siguiente:

os rogamos que penséis en vuestros hijos, en sus necesidades como estudiantes, en su jornada laboral real (porque es su jornada laboral) y en su rendimiento; os rogamos que les preguntéis su opinión y que la tengáis en cuenta ya que, por muy menores que sean, tienen mucho que decir.

            Personalmente, no puedo estar más de acuerdo en la idea de que los menores tienen mucho que decir, pero no solo en este tema, sino también sobre los contenidos curriculares, los métodos pedagógicos y un montón de cuestiones sobre las cuales no sé si el IES incitará al alumnado a hacer oír su voz. ¿Quién sabe? Quizás del hilo del cambio de jornada podría sobrevenir la innovación pedagógica.

            Desde el centro se ruega –otra vez el verbo rogar- a padres y madres que voten y para ello se recurre a la negrita y a la letra en mayor tamaño.


            Haría la misma observación que he referido con relación al alumnado. ¿Se manifiesta también este celo cuando se trata de las elecciones a  representantes de padres del Consejo Escolar?

            Vuelvo a lo que ya he señalado en ocasiones anteriores en este mismo blog y en otros escritos. Este, y no otro, ha sido en los últimos veinte años el principal debate de nuestras comunidades educativas. Creo que de ello deberían tomar buena nota tantas organizaciones que se consideran portavoces de la comunidad escolar (por desgracia, no deben abundar profesores excelentes y comprometidos como Agustín Moreno, portavoz de Marea Verde) y que, muy rara vez, hacen mención a este adulterado debate, el cual es casi una invitación a abandonar la enseñanza pública.






5 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Totalmente de acuerdo con el Sr Feito. Más vale que copiasen el horario escolar de los valles del otro lado de la frontera que a los del sur.

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    2. Entonces si se fijan en Francia, que entrar a las 8 y media... pero como aquí los pobres habitantes de esos pueblos no pueden salir antes de las 8 y media que no han pasado las quitanieves... vamos que imagino que por allí ni se trabaja ni nada... con esos horarios. Eso si, los que van a esquiar carretera buena y limpia. Los chavales que se tenían que medio internar en Ainsa, que total no producen nada, son jóvenes y tienen todo el tiempo del mundo... na ña

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  2. Si se está en desacuerdo con la jornada continua, se deberían esgrimir argumentos sobre las ventajas de la jornada partida, no descalificar con adjetivos muy pintorescos (carpetovetónico, siesta de pijama y orinal)que resultan muy demagogicos de cara a los padres, pero puramente retóricos. Un poco de seriedad. Resulta fácil venir desde Madrid a alborotar el gallinero sin hacer razonamientos sólidos. Para eso mejor dedicarse a su materia ¿La Sociología? y no meterse en huertos de los que parece no tener ni puñetera idea. Eso si, palabrería no le falta.
    Un saludo.

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  3. Que bien esos chavales, criados en Ainsa! Pero vecinos de otros pueblos que dejan vacíos toda la semana... si es que lo mejor que pueden hacer por ellos mismos y por esta sociedad es recluirse en sus centros, ya sea Instituto o colegio y no aparecer por casa hasta las 6 y pico. Así se va viendo como crecen... anda si le ha crecido el pelo a la moza esta semana, mira como ha crecido el Tomasim, si es que, nada mejor que la comida de Ainsa. Eso si, el feito en una hora en AVE pa'madrí, que hay clases y clases... y a gastos pagados y buen caché. Aquí seguiremos esperando la quitanieves del MOPU, un día más. Que largo es el invierno, ja'mia! Ña ña

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