martes, 27 de octubre de 2015

Un par de vídeos

En este vídeo, John Oliver explica en dieciocho minutos el funcionamiento de las pruebas externas del sistema educativo de los Estados Unidos. No tiene desperdicio. El cómico inglés describe y analiza cuestiones como la angustia que estos exámenes provocan en los niños (en las normas orientadoras incluso se contempla qué hacer si un niño vomita sobre la hoja del examen), el enriquecimiento de Pearson (la empresa que se encarga de la mayor parte de estas pruebas),  el secretismo de estos test (los profesores que los aplican han de firmar el compromiso de no revelar nada sobre ellos, ni siquiera sus frecuentes errores), la traición de Obama (quien en su campaña electoral prometió acabar con estos exámenes para, al final, hacer exactamente lo mismo que Bush). En fin, no tiene desperdicio. Esto es lo que nos espera en España si la LOMCE sigue adelante. Lamentablemente, el vídeo no tiene subtítulos (y los subtítulos de youtube no son de gran ayuda).

Y, antes de acabar, otro vídeo más. En esta ocasión, se trata del programa que Salvados dedicó al colegio de El Pilar (si estás fuera de España, lo puedes ver aquí: https://es.vpnmentor.com/blog/como-ver-antena-3-desde-fuera-de-espana/ )

La religión en la escuela de acuerdo con el diario ABC

El diario ABC y la religión en la escuela

         Como si se tratara de los diez mandamientos, el diario ABC publica un decálogo de motivos por los que la asignatura de Religión debe permanecer dentro del horario escolar. Se trata de argumentos, y nunca mejor dicho, para su parroquia. A continuación los enumero y los comento.

El primero mantiene que se trata de un derecho constitucional. ABC –y para ello se remite al artículo 27.2 de la Constitución- considera que de no existir la enseñanza de la religión no podría haber un “pleno desarrollo de la personalidad humana”. Esto equivaldría a decir que ese más del 26% de españoles que se declara ateo o no creyente –porcentaje que se acerca al 50% entre los menores de 34 años- tendría una personalidad humana subdesarrollada. Llueve sobre mojado. Como comentaba Sánchez Ron, los contenidos curriculares de la asignatura de Religión dicen explícitamente que el “rechazo de Dios tiene como consecuencia en el ser humano la imposibilidad de ser feliz”. ABC considera que el artículo 27.3 de nuestra Carta Magna –  el cual señala que “los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”- implica, necesariamente, que las clases de Religión han de impartirse dentro del horario escolar (cuestión, sin duda, sujeta a interpretación).

         El segundo punto se refiere a que en Primaria la Religión es la opción mayoritaria del alumnado. De seguir esta lógica, en algunas comunidades –por ejemplo Andalucía- la Religión debería ofertarse. Sin embargo, allí donde pocos alumnos eligen esta materia, debería suprimirse. En todo caso, los derechos no dependen de lo que quieran las mayorías (por ejemplo, no sería admisible en un estado de derecho que los judíos no pudieran contraer matrimonio con los cristianos porque la mayoría considerase que esta es la opción correcta).

         Los aspectos tercero y cuarto se refieren a que la religión ofrece una visión plural de la sociedad y que previene contra la intolerancia. Sin duda, esto dista de ser el caso del catolicismo. Más arriba, ya he indicado que desde esta religión se consideran seres incompletos a quienes no profesen confesión alguna. Sin remitirnos al pasado, el catolicismo rebosa de actitudes intolerantes impropias de una sociedad democrática. Bastaría con pensar en la actitud de la Iglesia frente a la pedofilia de algunos de sus representantes, su intransigencia frente al matrimonio homosexual o la postergación de la mujer.

         No termino de entender el punto 5, referido a que la religión en las aulas evita la discriminación por razones económicas. Si estuviese fuera de aquellas asistiríamos a una “discriminación para quienes no tuviesen medios económicos para pagar las clases fuera de la escuela pública”. No sé si esto significa que las parroquias cobran a sus feligreses por aprender su propia religión. En fin, no quiero dar ideas.

         El sexto aspecto señala que la presencia escolar de la religión es lo habitual en países de nuestro entorno (salvo Francia y, horror, Albania –el país del hombre nuevo-). Aquí se mezclan, arteramente, sistemas educativos en los que se enseña catequesis y en los que hay una materia de Historia de las religiones. Al igual que el resto, es un argumento endeble. Hace unos cuantos años pocas legislaciones -aparte de la española- contemplaban el matrimonio entre personas del mismo sexo.

         El argumento 7 es el más contundente: la presencia de la religión en la escuela responde a acuerdos internacionales. Esperemos que, de una vez, sea derogado el concordato con el Estado Vaticano.

         Los enunciados octavo y noveno son de una obviedad hiriente: sin religión no se entiende Europa, y aquella resulta esencial para entender nuestra cultura. Está claro. Pero esto no significa ni que tenga que existir una asignatura específica de historia de las religiones ni, mucho menos, la catequesis. Hay muchos elementos sin los que no se entendería Europa y no por ello vamos a crear una asignatura de historia para cada uno de ellos.

         El último motivo (la defensa de los puestos de trabajo) parece buscar una cierta simpatía sindical. En nuestro país han desaparecido muchos puestos de trabajo como consecuencia de la evolución socio-económica. No obstante, no tiene por qué desaparecer ningún puesto de trabajo. Lo que dice el PSOE es que la religión se imparta fuera del horario escolar y, dado que esto no implicaría necesariamente reducir el número de horas lectivas, tendríamos en realidad más empleos.


sábado, 24 de octubre de 2015

La religión en la escuela

Con la Iglesia hemos topado.
Unos apuntes en torno al debate sobre la enseñanza de las religiones.

         Una vez más se vuelve a plantear el inacabable debate sobre la presencia de la catequesis –que no meramente de la religión católica y, desde noviembre de 1992, de otras tres religiones- en la escuela española. El artículo 27 de la Constitución establece que los padres podrán elegir la formación religiosa y moral que desean para sus hijos. Tal precepto se ha desarrollado de diversas maneras en la legislación ordinaria y siempre ha implicado la posibilidad de elegir la catequesis dentro del horario escolar. Esto último ha planteado el problema de qué deben hacer aquellos alumnos que no cursan Religión Católica. En su momento se les forzó a estudiar Ética, lo que daba a entender que esta era una cuestión cuyo conocimiento no era preciso para los catecúmenos. Durante los gobiernos del PSOE se estableció que en lugar de Ética se dedicarían a una cosa –no se me ocurre mejor nombre- llamada Actividades Alternativas. No tardó mucho la Iglesia en protestar: si tales actividades implicaban contenidos curriculares, esto supondría poner en situación de ventaja al alumnado que no optase por la catequesis. Es un tema de difícil solución. ¿Qué actividad puede hacerse en la escuela que no incida en los contenidos curriculares? Si, en el peor de los casos, la  Alternativa consiste en que el alumno caliente una silla, se podría sospechar que este dispone de dos horas más de estudio que los catecúmenos.
         Ahora, y después de tantos años, parece que el PSOE se decide a plantear que lo mejor es que la Religión se imparta en la escuela pero fuera del horario escolar. Sobre el papel, quizás esta sería la mejor solución. Sin embargo, me temo que no va a ser así y menos aún con un líder tan dado al diletantismo como Pedro Sánchez. La escuela pública –tanto en Primaria como en Secundaria- funciona en régimen de jornada continua. ¿Alguien se imagina cuántas familias van a dejar a su hijo en la escuela Primaria de dos a tres de la tarde? ¿O, en el caso de que haya comedor escolar, lo dejarían de cuatro a cinco? En Secundaria esta opción supondría añadir un par de horas más a una ya de por sí sobrecargada jornada escolar.
Además conviene no olvidar, nos guste o no, que en Primaria –no así en Secundaria- la mayoría de las familias, por razones que habría que investigar, elige Religión Católica. ¿Se atrevería algún gobierno a perjudicar de este modo a esa mayoría? Téngase en cuenta que, en Primaria, el 65% del alumnado cursa Religión Católica. Las diferencias regionales son tremendas. Mientras que en feudos tradicionales del PSOE -como Extremadura y Andalucía- cerca del 90% del alumnado se encuentra en tal situación (lo que afianza mi escepticismo con respecto a las propuestas de este partido), en Euskadi solo lo hace el 30%  y en Cataluña un magro 23% (dato, este último, que contribuiría a reforzar la idea de que Cataluña no es España). Este porcentaje del 65% de familias que optan por el catolicismo coincide con el de españoles (64,1%) de entre 35 y 44 años (más o menos la edad de casi todos los padres y madres del alumnado de primaria) que se declara católico. Cuestión aparte es que de este 64,1% la mayoría (el 68,2%) declara no acudir casi nunca a misa (es decir, católicos no practicantes).
         Tal y como está el patio, mi propuesta, que ya anticipo no gustará a los laicistas, es que la religión continúe como materia optativa dentro del horario escolar y que su evaluación no compute en el expediente escolar.
         Estoy totalmente en desacuerdo con la supuestamente conciliadora idea de sustituir todas las enseñanzas catequéticas por una nueva asignatura dedicada a la historia de las religiones. Me sorprende que esta propuesta la haga un partido como Ciudadanos cuyo interés, según tenía entendido, era el de centrarse en cuestiones de mayor enjundia como los idiomas, la capacidad de expresarse en público, la creatividad (me da que todo esto es mera cháchara electoralista). Si hay algo que no se debería hacer en nuestra escuela -y esto va también por la Educación para la Ciudadanía- es añadir más asignaturas, salvo que eliminemos previamente otras. Por otro lado, y este ya es otro debate, tendríamos que plantearnos la misma existencia de las asignaturas y empezar a trabajar por proyectos de investigación. En todo caso, ¿por qué privilegiar en el ámbito de la historia la de las religiones? Con las mismas, se podría pedir una historia de los Estados, de la tecnología, de los conflictos bélicos o (y esto haría las delicias de los foucaultianos) de la sexualidad.

Adenda. Datos procedentes del barómetro de enero de 2015 del CIS.
Pregunta 29 
¿Cómo se define Ud. en materia religiosa: católico/a, creyente de otra religión, no creyente o ateo/a?

TOTAL
Edad de la persona entrevistada


De 18 a 24 años
De 25 a 34 años
De 35 a 44 años
De 45 a 54 años
De 55 a 64 años
65 y más años
Católico/a
69,3
52,4
49,9
64,1
70,4
79,5
88,4
Creyente de otra religión
1,9
1,4
2,4
2,4
1,9
1,5
1,7
No creyente
16,0
28,8
26,7
16,2
15,7
12,3
5,0
Ateo/a
10,3
14,4
17,9
14,4
9,6
4,7
3,2
N.C.
2,5
2,9
3,1
3,0
2,3
2,1
1,7
(N)
(2.481)
(208)
(419)
(507)
(470)
(341)
(536)


[PROCEDE DE P29.] 
SÓLO A QUIENES SE DEFINEN EN MATERIA RELIGIOSA COMO CATÓLICOS/AS O CREYENTES DE OTRA RELIGIÓN 
(1 ó 2 en P29)
(N=1.767)
Pregunta 29a 
¿Con qué frecuencia asiste Ud. a misa u otros oficios religiosos, sin contar las ocasiones relacionadas con ceremonias de tipo social, por ejemplo, bodas, comuniones o funerales?

TOTAL
Edad de la persona entrevistada


De 18 a 24 años
De 25 a 34 años
De 35 a 44 años
De 45 a 54 años
De 55 a 64 años
65 y más años
Casi nunca
60,8
81,2
80,4
68,2
63,2
61,2
40,2
Varias veces al año
16,2
8,9
9,6
15,7
15,6
20,7
19,0
Alguna vez al mes
8,4
1,8
5,0
7,1
8,5
8,7
12,0
Casi todos los domingos y festivos
11,9
5,4
3,2
6,5
10,3
7,2
25,1
Varias veces a la semana
1,8
0,9
1,4
1,2
1,5
1,1
3,3
N.C.
0,8
1,8
0,5
1,2
0,9
1,1
0,4
(N)
(1.767)
(112)
(219)
(337)
(340)
(276)
(483)






jueves, 15 de octubre de 2015

Finlandia, una vez más

Finlandia, una vez más.

         Recientemente, el diario digital El Confidencial ha publicado una crónica en la que se explican algunos aspectos del funcionamiento del único colegio finlandés que hay en España. Lo más sorprendente es que da la sensación de que aquí hacemos justamente lo contrario de lo que es habitual en el sistema educativo finlandés.

         A diferencia de lo que ocurre en España, en Finlandia el suspenso de una materia –y, no digamos, la repetición de curso- es poco menos que anecdótico. Mientras que en España padecimos -no hace mucho- la polémica sobre si el 0 debería desaparecer de las calificaciones (una idea que provendría de lo que algunos llaman la pedagogía blanda), en Finlandia el suspenso solo se puede consignar con un 4 y los exámenes se aprueban con un 35% de aciertos. Es más, en cuanto se detecta que un alumno tiene algún problema en seguida se le asignan recursos de apoyo. Aunque el número de alumnos por aula –más allá de cierta cifra- pueda no ser determinante, parece que el hecho de que los grupos tengan en torno a quince estudiantes es una ayuda.

         La polémica sobre el exceso y el carácter absurdo de los deberes en España ha sido recogida en las últimas semanas en la prensa internacional. Sin embargo, en Finlandia –como ya he señalado en alguna ocasión- se hacen pocas tareas fuera de la escuela. Un niño del colegio finlandés cuenta que sus compañeros españoles tienen que hacer deberes que llevan mucho tiempo, el cual se ve incrementado por la tarea absurda de tener que copiar los enunciados de los ejercicios (en fin, cosas que cualquier padre o madre español conoce de sobra).

         La cosa va un poco más lejos. En Finlandia se está planteando acabar con las asignaturas y trabajar por proyectos que globalicen el currículo –como ya lo están haciendo las escuelas de jesuitas en Cataluña-. En España, por el contrario, acaba de saltar a la palestra, una vez más, la queja del profesorado de Filosofía por la reducción del número de horas de tal materia. Estoy totalmente en contra de esta minoración. Sin embargo, lo que no se sostiene es la pretensión de que la Filosofía se debe mantener porque es una materia que enseña a ser crítico, como si tal actitud no se pudiera promover desde la Física o la Literatura. Que se sepa, la docencia de la Filosofía es similar –transmisiva, unidireccional- a la del resto de asignaturas.


         Pese a que en este colegio finlandés se almuerza a unas horas que a los españoles se nos antojan intempestivas, todos los alumnos comen obligatoriamente en la escuela entre las once y las doce. Subrayo algo que ya he indicado previamente al hablar sobre los biorritmos de los adolescentes: los alumnos de más edad pueden empezar su jornada a las once de la mañana. Un apunte más sobre los tiempos escolares. Pese a que carezco de datos al respecto sobre sus efectos sobre el rendimiento, parece una buena práctica que cada sesión lectiva –cuya duración es de cuarenta y cinco minutos- sea seguida por una pausa de un cuarto de hora. 

Este texto también está disponible en http://www.blogcanaleducacion.es/

jueves, 8 de octubre de 2015

El mito del eterno retorno

El mito del eterno retorno. Algunas observaciones sobre los libros de texto.
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Acaba de comenzar el curso escolar de mi hijo, el cual está matriculado en segundo de la ESO. Miro lo que tiene que estudiar y observo, con cierto asombro cándido, que parte de los contenidos del libro de Lengua de este curso se asemejan a los del texto del año anterior –por no decir que los calcan-. Siempre había tenido la sospecha de que nuestros escolares se pasan buena parte de su vida repitiendo contenidos de un curso a otro (para al final, seguramente, no aprenderlos).

                Concretamente, me voy a referir a los libros de la asignatura Lengua Castellana y Literatura de la editorial SM (proyecto Conecta 2.0), de primer y segundo curso. Hasta ahora tan solo he cotejado algunas de sus páginas, las cuales corresponden a las primeras lecciones. En la página 54 del libro de primero se puede leer lo siguiente:

Las palabras pueden tener dos tipos de significado:
·         Significado léxico. Designa seres, objetos, cualidades, acciones o circunstancias. Tienen significado léxico los sustantivos [sol], los adjetivos [verde], los verbos [amar] y los adverbios [siempre].
·         Significado gramatical. Indica la relación que existe entre las palabras a las que acompaña o une. Tienen significado gramatical los artículos [la], las preposiciones [para] y las conjunciones [porque].

En la página 17 de libro de segundo se escribe lo mismo, pero sin ejemplos.

Las palabras pueden tener dos tipos de significado:
·         Significado léxico. Designa seres, objetos, cualidades, acciones o circunstancias. Tienen significado léxico los sustantivos, los adjetivos, los verbos y los adverbios.
·         Significado gramatical. Indica la relación que existe entre las palabras a las que acompaña o une. Tienen significado gramatical los artículos, las preposiciones  y las conjunciones.

Mucho me temo que el principal interés de las editoriales de libros de texto es lucrarse a costa de las familias, lo que posiblemente les lleve a considerar que en cada nuevo curso el alumnado debe olvidarse por completo de los libros del año anterior. Quizás, no hubiese estado de más haber añadido algo del tipo de “como recordarás”, o “como ya vimos el curso pasado”.  Soy consciente de que esto puede suponer por mi parte la ingenuidad de creer que alguien recuerda algo.

De acuerdo con el libro de primero, la “lengua es un sistema de signos que se organiza en unidades lingüísticas. Dichas unidades se combinan mediante unas reglas que determina la Gramática para formar unidades más complejas” (p. 20). Sin embargo, para el libro de segundo, la “lengua es un sistema de unidades lingüísticas que se combinan entre sí, mediante unas reglas que determina la Gramática, para formar unidades más complejas” (p. 16). De un año para otro la lengua ha pasado de ser un sistema de signos a serlo de unidades lingüísticas –término este a todas luces excesivamente ambiguo-, las cuales deben ser sencillas (o no muy complicadas) puesto que la Gramática -por razones insondables- las convierte en entidades más complejas. Para la Real Academia de la Lengua la cosa es más simple. Así es como define, en su segunda acepción, la palabra lengua:

Sistema de comunicación verbal y casi siempre escrito, propio de una comunidad humana.

Esta tendencia a la complicación innecesaria ya la señaló Álex Grijemo en una entrevista en el diario El País con motivo de la presentación de su libro La gramática descomplejizada. Indicaba que en los textos de Secundaria uno puede tropezarse con estos horrores:

El complemento predicativo es un sintagma adjetivo que complementa a los verbos predicativos y concuerda en género y número con el sintagma nominal.
El complemento de régimen verbal es un sintagma preposicional que se forma mediante la preposición que exige el verbo y un sintagma nominal.

En las mismas páginas arriba citadas de ambos libros de texto, también asistimos a la evolución de los conceptos gramaticales. Antaño, un fonema era “cada uno de los sonidos de la lengua. No tienen significados y se representan mediante letras”. Hogaño, además, nuestro esforzado fonema distingue palabras:

Los fonemas son cada uno de los sonidos de la lengua y carecen de significado, pero distinguen palabras.

Las páginas 40 y 41 del libro de primero, así como las 22 y 23 del de segundo–y con esto acabo el cotejo de ambos libros-  se dedican a explicar el lenguaje literario. En los dos textos se habla de recursos fónicos, gramaticales y semánticos. Tanto en uno como en otro se repiten exactamente las definiciones de aliteración, anáfora, símil, prosopopeya y metáfora, aunque, eso sí, con ejemplos literarios distintos.

¿Por qué pasa esto? ¿Es que no hay nadie que controle los contenidos de los libros de texto? En nuestro país, estos materiales están exentos de la censura previa (visto lo visto, no sé si esto es una conquista democrática). Los profesores no parecen quejarse sobre lo que digan o dejen de decir  los libros de texto. Aunque carecemos de estudios específicos sobre el tema, es más que probable que en caso de disenso con su contenido, cada profesor decidirá si explica aquello que le disgusta del libro con sus apuntes o su propia palabra o, incluso, simplemente podría prescindir de la utilización del texto (sería muy interesante conocer el porcentaje de libros –forzosamente- adquiridos y no utilizados).

Cuando en el ya lejano año de 1983 nuestro Parlamento aprobó la LODE (Ley Orgánica del Derecho a la Educación), consideró implícitamente que esta –y cuestiones similares- debería ser una temática abordada por el Consejo Escolar (órgano colegiado en que están los profesores, los padres y los alumnos) de cada centro.  Una de sus atribuciones (que, dicho sea de paso, no debió gustar  a buena parte del profesorado) era la de “participar en la aplicación de la línea pedagógica del centro”. En todo caso, y antes de que saliera adelante la LOMCE, entre sus funciones constaba la de aprobar la Programación General Anual. Esta programación incluye los proyectos curriculares en los cuales, a su vez, deben constar los materiales curriculares que se utilizarán en todas y cada una de las asignaturas. Por desgracia, tanto los Consejos Escolares como las Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos no han cumplido esta función. Los primeros no pasan de ser, en la inmensa mayoría de las ocasiones, órganos burocratizados que no van más allá de ornamentar nuestros centros escolares con una falsa pátina de democracia. Las segundas se ocupan más bien de organizar las actividades extraescolares o la fiesta del carnaval. Ahora que tanto se habla de reformar nuestra Constitución, quizás deberíamos pensar en suprimir -considerando su manifiesta inoperancia- el precepto que señala que “los profesores, los padres y, en su caso, los alumnos intervendrán en el control y gestión de todos los centros sostenidos por la Administración con fondos públicos” (art. 27.3)


Un apunte final. Si el lector tuviera curiosidad por ver qué sucede con las Matemáticas en los libros de Secundaria, puede leer este artículo.